viernes, 16 de agosto de 2013

EL HOMO HABILIS LLEGA A LA REGIÓN DE MURCIA

Hace 2.700.000 millones de años nació otro grupo de homínidos. Sería conocido como Homo habilis.
   Vivió de forma paralela al australopiteco. Nunca llegaron a cruzarse.
            El australopiteco aprendió a ser omnívoro.
Aprendió a pasar casi todo el tiempo en el suelo. En ocasiones, solían establecerse relaciones de tipo afectivo entre machos y hembras. Sin embargo, los lazos más fuertes eran los que unía a una madre con su hijo.
  Las relaciones podían ser pasajeras. Pero un hijo era un hijo. Nunca abandonaría a su madre.
    Fue el Homo habilis el que decidió viajar al Norte. Ellos sí estaban preparados para iniciar el viaje. La situación se estaba volviendo insostenible. Y ellos, como siempre, pensaban en la supervivencia de la especie.  
El amanecer llegó.
            Los miembros del clan se pusieron de pie.
            El macho dominante indicó el lugar al que debían avanzar.
            Irían hacia el Norte. Sospechaba que había alimentos allí. Y que también encontrarían agua. Se pusieron en marcha. Estuvieron caminando durante mucho rato. La hembra echó un último vistazo al paisaje. A lo mejor, nunca más regresaban. Aquella idea la llenó de miedo y de emoción. ¿Valdría la pena ir al Norte?
            ¿Qué les estaba esperando? No lo sabían.
En África, empezaron a producirse grandes migraciones de animales. El clima en el continente africano se fue tornando seco y árido. Los ríos se secaron. Los animales morían. Los primeros animales en irse fueron los herbívoros. Los homínidos estuvieron a punto de desaparecer.
            Había llegado el momento de abandonar la tierra en la que habían nacido. Se trataba de pura supervivencia.
            El viaje fue duro y penoso. Había que seguir caminando. Podía decirse que estaban viajando a ciegas. No viajaban con destino claro. Buscaban comida. Por eso, abandonaron África. Iban al Norte. Acabarían estableciéndose allí.
            Varios clanes se atrevieron a dar aquel paso atravesando el actual istmo de Suez. Llegaron a Oriente Próximo. Allí, se separaron. Se formaron dos grupos. Un grupo se dirigió al Este. Fue por el sur del Himalaya. Llegó a China. El otro grupo, por el contrario, se dirigió a Europa. Hizo el viaje a través de los Balcanes.
            Llegar a la Península Ibérica por tierra fue una misión casi imposible. Los Pirineos constituían una barrera natural. Un obstáculo que resultaba imposible de franquear. No se podía pasar. Muchos humanos perecieron durante aquel viaje.
            La vegetación era más abundante en aquella época.
            Se enfrentaban a otros carroñeros por conseguir la carne de los animales muertos.
            Vivían en grupos. Les unían los lazos de la sangre. No permanecían mucho tiempo en el mismo sitio. Vivían al aire libre. Eran auténticos nómadas. Alguna vez, buscaban refugio en alguna cueva. Se detenían en los ríos. Bebían agua. A veces, se bañaban. Su vida era caminar. Recorrían muchos lugares.
            También se bañaron alguna que otra vez en la playa. Los machos pescaban peces. Los pescaban con sus propias manos. Los peces eran escurridizos y solían escapárseles. Acababan de bruces en el agua tumbados. En la arena, las hembras se reían y festejaban aquella exhibición.
            Atravesaban bosques. Dormían en campo abierto. Buscaban refugio en cualquier sitio. Podían dormir en la playa. A la sombra de un árbol…
            Comían los frutos de los árboles. Comían insectos. Comían hojas. Comían de todo. Ya no le hacían ascos a la carne de los animales muertos. Habían evolucionado poco a poco. Buscaban saciar su hambre y su sed. La llegada de un nuevo miembro era celebrada por todo lo alto. Los años iban pasando. Y ellos seguían viajando.
            La actual Cáceres…La actual Talavera de la Reina…La actual Valladolid…
            Pasaron por muchos lugares. Volvían a pasar por aquellos mismos lugares en su peregrinar. Intentaban recordar cada cosa de aquellos lugares. Así podrían localizar más fácilmente la comida.
            Eran herbívoros. Pero también eran carroñeros. Como las hienas. Podían beber agua de los charcos que se formaban con la lluvia. Hacían cuenco con las manos cuando llovía. Bebían agua de lluvia.
            Preferían no atravesar las montañas más altas. Habían visto morir a compañeros suyos al subir a un monte.
   El Homo habilis no hablaba.
            Cuando llegó a la Región de Murcia, el vapor de agua era elevado y las lluvias eran frecuentes.
            El vapor de agua se condensaba y formaba muchas nubes. Era frecuente que el día amaneciera nublado. Como era frecuente que lloviera con intensidad.
            El clima de esta época era más húmedo en Europa. Los ríos siempre iban llenos de agua.
            Los glaciares dieron paso a la formación de ramblas y de barrancos. Éstos se llenaban apenas empezaba a llover.
            Los glaciares no influían en esta zona. 
            En algún momento, el Homo habilis, desarrolló la conciencia. Empezó a hacerse preguntas. Se preguntaba para qué servía, por ejemplo, el fuego. Lo veía empezar cuando un rayo caía y daba de lleno en un árbol. Pero no sabía cómo conseguirlo. El fuego daba calor. También se preguntaba para qué servían las cuevas en las que se refugiaba.
            El Homo habilis no era cazador. Como he dicho ya varias veces, era carroñero.
            Las hojas y los frutos que crecían en los árboles constituían su principal fuente de alimentación. Lo mismo que los insectos.
            No sé en qué momento los humanos empezaron a comer carne. Supongo que empezarían a comer carne para sobrevivir. .
            Cuando veían los restos de un animal muerto, no lo dudaban. Espantaban a pedradas a las hienas y a otros carroñeros que pretendían alimentarse de él. Y se lo comían ellos.
            En la costa, los glaciares estaban dejando poco a poco seca una franja costera.
            El frío glaciar no afectaba a la Península Ibérica. Al menos, no durante el verano. O durante la primavera. Pero el clima en sí era húmedo. Era un gran contraste entre el calor que hacía en África. Los homínidos lo agradecían.
            La costa se iba hundiendo. Era un proceso lento. Dio lugar a la formación de terrazas.

            El Homo habilis vio el mar y se quedó sin habla.