Hola a todos.
A partir de mañana, empezaré a subir una historia que estaba subida en este blog y que borré. Mi intención era publicarla, pero el miedo me pudo. No la autopubliqué. No la envié a una editorial. Lo admito. Soy una cobarde.
Me he dedicado a reescribirla cuando podía. No está terminada, pero me gustaría terminarla de escribirla en este blog.
Se trata de
Y la vida, mientras, va pasando.
Por supuesto, lo que cuento es lo que quería contar antes, pero empecé a notar que había ciertas incoherencias que deben de ser corregidas. Incoherencias que debían de ser corregidas y que han sido corregidas. En lugar de seguir un camino recto, me iba, como se suele decir, por los Cerros de Úbeda. Cada novela, cada cuento, tiene su propio ritmo. No debe de ser alargado a menos que exija ser alargado. Debe seguir su propio camino y no irse por las ramas, un defecto que estoy luchando por corregir.
Por supuesto, la novela sigue la misma pauta para la que fue creada: contar una historia de amor que transcurre a camino entre Cartagena y sus pedanías, que formarían, después, la ciudad de La Unión, a principios del siglo XIX.
¿Y de qué va a tratar esta historia?
Seguimos con el mismo protagonista, Roberto Colina y Yáñez, el joven conde de Mora. Tenemos a su madre, doña Camila, condesa viuda de Mora, y también están las dos hermanas menores del conde, Eva y Miriam.
Roberto se enamorará, pero su amada no se llamará Paula. Se trata de Valeria, una de las mejores amigas de una de sus hermanas menores. El romance está servido.
Os espero mañana.