Hoy, empiezo a subir mi relato Un amor soñado.
Vamos a conocer la historia de amor entre Ángel y Cristina, que transcurre a principios del siglo XIX en la isla del Fraile.
Mañana y pasado no subiré fragmentos porque es Nochebuena y Navidad. Vuelvo a subir el día 26 de diciembre.
Quiero terminarlo antes de la Víspera de Reyes Magos, aunque lo dudo.
¡Ojala os guste esta historia!
ISLA DEL FRAILE, ÁGUILAS, EN LA REGIÓN DE MURCIA, 1815
Tenía los ojos de color verde claro, unos ojos que siempre
estaban alegres. Era un hombre muy robusto, podía decirse que su musculatura
estaba muy desarrollada de tanto hacer deporte, (si podía llamarse deporte a
ayudar a su padre, leñador, en la faena).Tenía los hombros muy anchos, más que
los de sus compañeros de Universidad. Su pecho era amplio, robusto y musculoso
y sus piernas eran largas y fuertes, como el tronco de un roble. Tenía las
facciones de su cara bien talladas y atractivas. Y, en la Universidad de
Salamanca, donde había cursado sus estudios de Medicina, Ángel se había jactado
de ser el más alto de sus compañeros. Lo cual era cierto, pues media un metro y
noventa y cinco centímetros. Más de una muchacha se habría rendido a los pies
de Ángel. A sus veintitrés años, Ángel Otero podía considerarse como uno de los
hombres más apuestos de la España del siglo XIX. Para Cristina Rodríguez, aquel
era el joven más apuesto que jamás había visto. Pero lo cierto era que Cristina,
murciana, igual que Ángel; era la mujer más bella y deseable del país en
aquellos tiempos.
Estaban pasando las vacaciones de verano en la isla del Fraile.
En opinión de Cristina, era una locura pasar las vacaciones en aquel lugar.
Conoció a Ángel una tarde. Cristina decidió salir a dar un paseo ella sola sin llevar la compañía de su doncella.
Se daba cuenta de lo escarpada que era la isla.
En un momento dado, acabó torciéndose un tobillo. Ángel también había salido a dar un paseo. Cuando vio a aquella joven tirada en el suelo, no dudó ni un instante.
-¿Se encuentra bien, señorita?-le preguntó.
-Me temo que no puedo moverme-respondió Cristina.
-Permítame.
Ángel la alzó entre sus brazos.
Cristina le indicó el lugar donde estaba pasando el verano con sus padres. Desde aquel momento, algo cambió en sus vidas.
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