Hola a todos.
Hoy, os dejo con un breve fragmento de mi novela Y la vida, mientras, va pasando.
Espero que os guste.
-Quédese quieta, señorita-le ordenó el pintor a Teresa.
-¡Me duele la espalda de no moverme!-protestó la chica.
El pintor lo había contratado el vizconde.
Iba a pintarle un retrato a Teresa. La joven no estaba acostumbrada a posar.
Estaba de pie junto al aparador. La chimenea del salón estaba encendida.
-Míreme a mí, señorita-le instó el pintor-No piense que hay más gente en el salón.
-Ya le miro-replicó Teresa.
No le gustaba posar. No le gustaba haberse quedado a solas en el salón con aquel hombre que era un completo desconocido para ella. Tan sólo había una criada que les estaba vigilando. Teresa, en el fondo, lo agradecía. Pero saber que un desconocido estaba pintando un retrato suyo no le gustaba. Le hacía sentirse incómoda.
El vestido que llevaba puesto era de color blanco.
Aquel vestido le confería un aire angelical. Teresa sentía que debía de salir corriendo de aquel lugar. De su casa...
Pero decidió mantenerse erguida. Mirando al pintor a la cara. Y tratando de pensar en otra cosa.
Huir del mundo, pensó Teresa.
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