martes, 30 de septiembre de 2014

RELATOS

Hola a todos.
A partir de ahora y para no tener este blog tan abandonado, me gustaría empezar a subir una serie de relatos que tienen lo mismo en común. Transcurren en La Unión.
Son relatos que transcurren en las décadas de 1960 y de 1980.
Siempre que puede, subiré un relato que, lo mismo puede estar dividido en partes que lo subo entero.
No tendrán títulos, sino que se englobarán en el nombre genérico de Historias de La Unión. 
Son relatos de tinte sentimental y dramático. No esperéis ver grandes historias de amor apasionado, aunque todo se andará.
Espero que os gusten estos relatos.

domingo, 14 de septiembre de 2014

UN CASERÍO

Hola a todos.
Desde los montes de la Sierra Minera de La Unión se puede ver toda la ciudad formada por las antiguas pedanías cartageneras de Las Herrerías y de El Garbanzal.
Cuando era más pequeño y visitaba la finca familiar, Roberto disfrutaba subiéndose a los árboles. Se sentaba en una rama. Y trataba de no pensar en que él sería algún día el dueño de aquellas tierras. La niñez de Roberto transcurrió a principios del siglo XIX. La Unión como tal no existía. Y Roche, Portmán, El Garbanzal y Las Herrerías, junto con sus caseríos, eran cuatro pedanías de Cartagena.
Las tierras de cultivo eran siempre prósperas. Y se decía que la casa solariega era realmente imponente.
En ocasiones, se acerca a las tierras de cultivo. Quiere ver cómo trabajan los campesinos y relacionarse con ellos. Este gesto disgusta mucho a su padre, al que le desagrada que Roberto hable con los labriegos.
El chico no le hace caso.
En aquella finca no se celebran fiestas. Tampoco se reciben muchas visitas y los padres de Roberto lo agradecen. Sus hijos son conscientes de que algo no funciona bien en la pareja.
A menudo, Roberto ve a su madre paseándose por el jardín y su gesto es serio.
A veces, ve a las mujeres bajar de El Chorrillo con sus cántaros de barro llenos de agua. O con cestos de la ropa...Van a lavar la ropa a aquel manantial situado entre montes.
Y son muchas las veces que se ve a Roberto caminando por El Garbanzal él solo.


sábado, 13 de septiembre de 2014

ESCENA DE UNA DE MIS NOVELAS

Hola a todos.
Hoy, me gustaría compartir con vosotros este fragmento de una de las novelas que estoy escribiendo que transcurren en mi ciudad, La Unión.
Esta novela es todavía un borrador y ni siquiera tiene título.
La acción transcurre en el año 1860, cuando las pedanías cartageneras de Roche, Portmán, Las Herrerías y El Garbanzal, junto con sus respectivos caseríos, se independizan.
Esteban es un joven minero casado desde hace poco tiempo. Pero su matrimonio no termina de funcionar. Es un joven humilde y trabajador, buen amigo de sus amigos, pero no exento de defectos.
Clara es la hija menor de uno de los dueños de la mina donde trabaja Esteban. Es una muchacha frívola, pero con un carácter dulce y bondadoso.
Contra todo pronóstico, ambos se enamoran, pero su amor es imposible. No sólo por los convencionalismos sociales de su tiempo, sino también por el hecho de que Esteban es un hombre casado.
Ésta escena corresponde a un encuentro entre Esteban y Clara.

-¡Dios mío!-exclamó Clara, conmocionada-Te ruego que te calles. No ha pasado nada. Será mejor que regrese a mi casa y tú regreses con tu mujer.
                     Esteban contempló sobrecogido a la joven que estaba delante de él. Clara estaba dispuesta a huir de él.
-Eres un hombre casado-le recordó Clara.
-Y su padre le buscará un buen partido-admitió Esteban con rabia-No soy quién pa pedirle nada, señorita. Pero...Será mejor que hagamos como que esto no ha ocurrido. No nos hemos visto. Y no ha pasao ná. ¿Sabe?
                        Pero ninguno de los dos quería irse.
                        Escucharon cómo fluía el agua del manantial del Chorrillo. Y ellos estaban solos cerca de aquel manantial.
-Y usté es la hija del patrón-añadió Esteban.
-¿Qué quieres decir con eso?-le preguntó Clara.
-Está mal que lo diga porque le debo un respeto a mi mujer. Pero, desde que la conozco, no hago otra cosa más que pensar en usté. Y eso no está bien. No he debido de citarla aquí. No he debido. Perdóneme. Ha sido un error. El vernos aquí. Los dos solos...Alguien puede vernos. Váyase pa su casa. Y yo me iré pa la mía. Aunque...
-No queramos irnos.
                            Clara rompió a llorar de pura desesperación.
                           Citarse con Esteban en aquel lugar había sido un error por parte de ambos y, ahora, ninguno de los dos quería irse.
-No llore, señorita-le pidió Esteban con dulzura.
                          Aquella joven le atraía con tanta fuerza que le asustaba. A Esteban no le había pasado nunca nada parecido.
                          Ni siquiera en la época en la que cortejaba a su esposa. Clara estaba temblando.
                          Los sentimientos que Esteban despertaba en ella la asustaban. Pensaba que era un hombre casado.
                          Pensaba en que era un simple minero. Pero era un hombre noble.
                          Era un hombre auténtico. Sintió celos al pensar que pertenecía a otra mujer. Esteban nunca sería suyo. Pero aquel instante no se lo podía quitar nadie. Se arrepentiría al día siguiente.
-Lloro porque esto no puede ser-admitió Clara.
                         Esteban le cogió las manos. Se las besó.



-Lo siento-se lamentó Esteban.
-Hemos llegado tarde-suspiró Clara con tristeza-Los dos...Yo...
                         No quería llorar. Ya lloraría después, en su casa. A solas en su habitación...
                         Esteban la besó con dulzura en la frente.
                          No quería irse de allí.
                         No quería dejar ir a Clara.
                         La besó en las mejillas. Y, finalmente, los labios de ambos se encontraron en un beso cargado de dulzura y de pasión.

viernes, 12 de septiembre de 2014

MARTINA COLINA Y YÁÑEZ

Hola a todos.
En la entrada anterior, os presenté a Sebastián Colina y Yáñez, conde de Mora y protagonista de mi novela Y la vida, mientras, va pasando. 
Su hijo Roberto protagonizará tres novelas:
-Primer amor, primer dolor. 
-De carne y hueso. 
-Un giro inesperado. 
El personaje que os presento aparece en las dos primeras, pero empieza a adquirir más relevancia a partir de la tercera.
Se trata de Martina Colina y Yáñez.
En teoría, Martina es la hija menor de don Sebastián. Nació cuando la familia estaba pasando una larga temporada en la finca que poseen en el caserío garbanzaleño de Los Vidales. 
En el momento en el que Martina viene al mundo, Roberto tiene dieciséis años. Y ha sufrido la trágica perdida de su primer amor. Y hasta aquí puedo leer.
Cuando la familia regresa a Cartagena, se desatan toda clase de especulaciones acerca del origen de Martina. Un accidente que sufre siendo niña la deja postrada en una silla de ruedas. Sin embargo, Martina no quiere rendirse. No quiere que su familia sufra por ella.
Y aguarda con esperanza el momento en el que pueda volver a caminar.
Como en muchas ocasiones, Martina sufrirá momentos de bajón en los que pensará en tirar la toalla. Pero su hermano Roberto es el que más la anima a luchar. Y, naturalmente, Martina vivirá su propia historia de amor. Un médico que se interesa por su caso se enamorará de ella.
Pero, ¿quién es realmente Martina Colina y Yáñez? ¿Es verdaderamente hija de don Sebastián? ¿O acaso su origen es distinto?
¿O es posible que sea una verdadera Colina y Yáñez, pero su padre sea otro?
Y no puedo deciros más nada.

 Martina Colina y Yáñez.

sábado, 6 de septiembre de 2014

CONOCIENDO A DON SEBASTIAN COLINA Y YÁÑEZ

Hola a todos.
Hoy, me gustaría hablaros un poco acerca del protagonista de mi novela Y la vida, mientras, va pasando. 
Él es el propietario de El Sol. Una finca que se encuentra en el caserío garbanzaleño de Los Vidales. Poseía grandes extensiones de terreno. En la época en la que se conoce a Cruz, la cosecha ha sido excelente. Y su ganado es de primera calidad. Tiene fama de ser astuto en los negocios. Don Sebastián Colina y Yáñez... Conde de Mora...Ha vivido en Cartagena durante toda su vida y se dedica a velar por las posesiones que su familia tiene en Los Vidales. De niño y de adolescente, había sido un salvaje. Su carácter apenas se ha templado con la edad.
Sus ojos son de color verde oliva, de mirada cargada de determinación. Es terco. Posee una abundante mata de pelo negro como la noche. Y su piel está tostada por el Sol. No obstante, sabe cómo comportarse en sociedad. Pero Sebastián destaca por encima de los caballeros que frecuenta, hombres muy refinados. Y terratenientes de modales corteses con los que hace negocios. Pasa las noches en compañía de prostitutas. Y él no termina de encajar en el mundo en el que le ha tocado nacer.

 Sebastián Colina y Yáñez. Hay que imaginarlo vestido al más puro estilo 1800.