lunes, 20 de octubre de 2014

ESCENA DE "DE CARNE Y HUESO"

Hola a todos.
Hoy, os traigo un fragmento de mi novela De carne y hueso. 
Es la segunda entrega de las andanzas románticas de Roberto Colina y Yáñez.
Veamos lo que ocurre en este fragmento.

                                Beatriz se había quedado a dormir en casa de Toñi.
                               Un criado colocó un camastro junto a la cama de Toñi. Beatriz se acostó en aquel camastro. Ignoraba que su amiga tenía muchas cosas en mente.
                                Beatriz se tapó con las mantas. Y se percató de que Toñi estaba pensativa.
                                Permanecía sentada en la cama.
                                Y miraba al vacío con gesto serio.
                                A Toñi nunca le había importado el deseo de sus padres de que debía de quedarse soltera.
                                Siempre había sido una hija obediente. Sabía que su sino era quedarse soltera por ser la menor de sus tres hermanas. Las dos mayores habían seguido su camino al casarse. La otra opción que le quedaba a Toñi era ingresar en un convento. Tener una hija religiosa era un orgullo en las familias de bien. Pero Toñi no tenía vocación religiosa.
                               De pronto, se estaba cuestionando muchas cosas. La decisión de sus padres de que debía de quedarse soltera. Eso era algo que jamás le había pasado.
-¿Qué te pasa?-le preguntó Beatriz.
-No puedo quitarme a tu hermano de la cabeza-respondió Toñi con sinceridad.
-Es muy apuesto. ¡Deberías de casarte con él! Aunque tiene su propia historia.
-¿Te has vuelto loca? No puedo casarme con nadie. Mis padres desean que sea yo quien cuide de ellos en su vejez. Y yo he de acatar sus deseos. No podría rebelarme contra ellos.
-¿Y no te gustaría ser mi cuñada?
-Sí...No...
                                   Toñi daba por sentado que Roberto había tenido amantes. Sin embargo, la imagen que tenía de él era la de un muchacho serio y responsable. Incluso, la propia Beatriz le había confesado que su hermano no tenía amantes. Ni se dedicaba a visitar los burdeles de la ciudad. Deseaba sacar el mayor partido de las tierras de labranza propiedad de la familia Colina y Yáñez. Incluso, había hablado de invertir en el negocio minero.
-Fracasará-auguró Beatriz.
-¿Por qué dices eso?-se interesó Toñi.
-No conozco a ningún loco que quiera meterse a muchos metros bajo tierra para buscar un mineral que no hay allí.
                                Toñi se encogió de hombros. Había gente que afirmaba que todavía quedaban minerales que los romanos no habían podido extraer de la Sierra de Cartagena. Roberto no invertiría su dinero en un negocio destinado al fracaso. Sabía muy bien medir los pasos que daba cuando se trataba del patrimonio de su familia. Merece la pena estar con un hombre como él, pensó Toñi.
                                 Por supuesto, no se lo comentó a Beatriz.

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