Hoy, me gustaría compartir con vosotros este pequeño epílogo que le he dedicado a mi relato El francés.
Espero que os guste.
CARTA DE SARA A SU PRIMA ANA
Mi querida Ana:
Doy gracias a la Virgen de los Dolores mil veces.
¡Estás bien!
He recibido tu carta esta mañana. Una de las criadas me la ha entregado casi a escondidas cuando yo regresaba de Misa.
Tus padres, mis tíos, no quieren mencionar tu nombre. No han asimilado del todo que te hayas enamorado de un francés. Que te hayas escapado con el que ellos consideran que es nuestro enemigo. La guerra ha dejado muchas heridas abiertas que sangran y no dejan de doler. No cicatrizan.
Me alegro de saber que estás bien. Sé que vives en Marsella. Habéis empezado de cero Philippe y tú. Cuesta trabajo, pero hay que hacerlo.
Pienso, a veces, que la guerra no ha terminado. Hay mucho dolor reflejado en los rostros de las personas que viven aquí. También veo odio. Hay mucho odio disimulado en el ambiente. Se palpa la tensión. Y eso no me gusta.
Yo no quiero quedarme soltera. Por eso, quiero que los caballeros me cortejen. Ya vienen a visitarme unos cuantos aquí. A casa...Una criada se queda con nosotros mientras hablamos en el salón. Me besan la mano. No pasamos de hablar de temas que me aburren. De plantas...De caballos...Del tiempo que hace.
Uno de mis pretendientes se atrevió a besarme en la boca durante un descuido de la criada. No sentí nada y le abofeteé. No pierdo la esperanza de enamorarme.
Te deseo toda la suerte del mundo.
Rezo todas las noches para que Philippe y tú seáis felices. Mis tíos acabarán perdonándote.
Les enseñaré tu carta.
Les diré que estáis los dos bien. Que os amáis mucho. Y que la guerra ha terminado. Es la hora de la paz. Yo lo pienso así.
Te quiero mucho.
Te envío el más fuerte de los abrazos.
Y sé que mi prima Carmen está contigo. Desde el Cielo, ella te cuida y te protege.
Cuídate mucho.
Te quiere,
Tu prima Sara.
POSDATA: Me cuentas en tu carta que Philippe y tú ya habéis tenido vuestro primer hijo. Es una niña. Está fuerte y está sana. Me cuentas que es la niña más bonita del mundo. Has tenido un gesto precioso. Vuestra hija se llama Carmen. ¡Me alegro mucho! Carmen sigue viva en tu corazón, mi querida Ana. Al llamar así a tu hija, la mantienes viva. Carmen es el ángel de la guarda de su sobrina. La quiere. Y la protege. Yo lo siento así.
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