Hola a todos.
Hoy, me gustaría compartir con vosotros un fragmento de una de mis novelas que transcurre en La Unión.
Espero que os guste.
Se estaba acostumbrando a vivir en el Monasterio de San Ginés de la Jara. Todo esto lo pensó mientras daba un paseo por el jardín del Monasterio.
Se levantaba mucho más temprano que de costumbre para ir a la capilla a rezar las vísperas. Trabajar duro no le importaba. Llevaba toda su vida trabajando duro.
Había trabajado en el campo desde que le alcanzaba la memoria. Por eso, no le preocupaba nada trabajar en el huerto que había en el Monasterio. Dormía en un camastro estrecho. Pero había dormido toda la vida en un camastro estrecho en la casa donde vivió junto con sus padres.
Llevaba algo mal los días en los que había que hacer ayuno. Sabía que el ayuno ayudaba a purificar el espíritu.
Se sentó en un banco de piedra que había en el jardín. Contempló el jardín. El edificio...La capilla...
Era su deber tomar los hábitos, pensó. No podía fallarle a sus padres. Ellos le habían cuidado como si fuera su verdadero hijo. Deseaban tener un hijo y apareció él. El hijo de su corazón...
Me quedaré aquí para siempre, decidió. Escuchó el canto de los pájaros. Decidió que no le importaría pasar el resto de su vida en el Monasterio de San Ginés de la Jara. Y convertirse en fraile.
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