No me olvido de este relato.
Un amor soñado está más cerca del final porque le quedan unos pocos fragmentos.
En cambio, todavía falta algo para llegar al final de Amor en la isla.
Vamos a ver lo que pasa hoy entre Marcos y Diana.
La siguiente vez que Marcos vio a Diana, la joven no estaba sola.
Había salido a pasear por la playa. La
acompañaba su hermana Lorena.
También iba con ellas su doncella, de modo
que Marcos decidió mantener una distancia prudencial con Diana.
Sin embargo, pudo admirar el perfil patricio
de la joven. Su barbilla era delicada. Y su nariz era pequeña y puntiaguda. Lorena
caminaba cogida del brazo de su hermana.
-¿Cuántas
barcas ves?-le preguntó.
-Veo unas
cinco barcas a lo lejos-respondió Diana-Aunque puede que haya más. Pero no
logro verlas.
Desde el primer momento en el que Marcos vio a Diana,
supo que estarían juntos para siempre.
Nunca pensó que acabaría enamorándose a primera
vista. Pero, en su caso, había ocurrido de aquel modo. Diana era la mujer con
la que quería casarse, tener hijos y hacerse viejo. La mujer con la que iba a
pasar el resto de su vida.
-No se
distraigan, niñas-les ordenó la doncella.
Marcos se daba perfecta cuenta de que había algo en él que
atraía y repelía a Diana a partes iguales. Por un lado, la joven sí quería
estar con él, pero, por el otro, parecía querer huir de él a toda costa. Y Marcos
estaba muy confundido.
El cabello de Diana estaba recogido en un moño. Sin
embargo, algunos mechones de pelo se habían escapado de su moño.
Sopló una brisa marina. Fue una fuerte brisa que agitó los
cabellos de las mujeres que estaban cosiendo redes en la playa. O que estaban
limpiando pescado.
El viento azotó los rostros de Lorena y de Diana.
Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Diana.
Le dio un tirón suave al brazo de Lorena. Su hermana se
percató de que quería decirle algo.
-¿Qué
ocurre?-inquirió.
A tientas, posó su brazo sobre el brazo de Diana.
La joven no supo qué contestar.
Pero tenía la sensación de que alguien la estaba mirando. ¿Y si Marcos
estaba escondido entre las rocas observándola?
-No pasa
nada-contestó Diana, mintiendo.
Tiene los ojos del mismo color negro
que la noche más oscura, sin Luna ni estrellas, pensó Marcos. Y sintió que la
amaba con más fuerza que nunca.
-Hay alguien mirándonos-comentó Lorena.
-¿Qué dices?-se extrañó Diana.
-Yo siento que alguien nos está mirando.
-Estamos las dos solas aquí, con nuestra doncella. Hay mujeres que están cosiendo redes. Serán ellas.
-No...No son ellas. Es otra persona.
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