Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi relato Amor en la isla.
¡Vamos a ver lo que pasa hoy entre Diana y Marcos!
Diana no entendía lo que estaba haciendo Marcos en su casa. Había ido a visitarla y ella se sentía muy nerviosa.
Marcos hablaba con su padre. Hablaba con su
madre. Y también hablaba con Lorena. Las dos hermanas estaban sentadas en el
sofá. La expresión de la cara de Lorena lo decía todo. Le agradaba aquel joven
tan encantador. Diana no conseguía sentirse cómoda. Se decía así misma que era
una estúpida por pensar mal de Marcos.
-Estás
muy callada, querida-observó doña María, la madre de Diana.
La joven trató de esbozar una sonrisa. Era
consciente de que Marcos no dejaba de mirarla. Trató de no retorcer sus dedos
con nerviosismo. Trató de aparentar que estaba tranquila. Después de todo, Marcos
era su pretendiente. No iba a casarse con él.
Él podía cortejarla. Le había pedido permiso a don
Enrique para cortejar a Diana. Y don Enrique le había dado su permiso.
Estaba encantado. Aquel joven era la
clase de hombre que Diana necesitaba. Parecía quererla de verdad. Siempre le
regalaba un ramo de flores. Iba a visitarla con mucha frecuencia. Le escribía
cartas de amor. Y los versos que ponía en aquellas cartas no parecían ser copiados.
Lorena hablaba de lo afortunada que
era Diana. Había llamado la atención de un buen partido. Si se casaba con
Marcos, podía ser muy dichosa.
-Lamentaré
mucho tener que irme-anunció Marcos-Estoy pasando una tarde muy agradable.
-El
tiempo amenaza lluvia para esta tarde-dijo don Enrique-Lo dice el cabañuelo.
Diana trató de reprimir un suspiro de alivio cuando
Marcos se puso de pie. Pero, al mismo tiempo, no quería que se fuera.
-Permíteme
que te acompañe a la puerta-le pidió.
-No
faltaba más-dijo Marcos, gratamente sorprendido.
-Me he
portado de una manera desconsiderada contigo.
El comportamiento de Diana traía de cabeza a Marcos.
La joven se debatía entre la atracción que sentía por él. Y el pudor propio que
debía de experimentar toda joven doncella.
Marcos quería hacer bien las cosas. Pero lo que sentía por
Diana era tan fuerte que sentía que acabaría perdiendo el control sobre sus
actos. Debía de reprimirse.
-Ven
cuando quieras-le pidió Diana en el recibidor-Siempre serás aquí bienvenido.
-Sólo
quiero ser bienvenido por ti-se sinceró Marcos.
Y fue en ese mismo momento cuando todo
ocurrió.
Diana no se lo esperaba.
Pero Marcos se atrevió a robarle un beso en los labios. Le
dio su primer beso de amor.
Luego, abrió la puerta. Se marchó.
Lorena fue la primera en darse cuenta de que su hermana se
había quedado en silencio. Callada...
Decidió ir a buscarla. A pesar de que sus padres se negaron.
-Quédate
aquí-le pidió doña María.
-A lo
mejor, ha subido a su habitación-opinó don Enrique.
-¡Dios mío!-pensó Diana sobrecogida.
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