viernes, 27 de marzo de 2015

AMOR EN LA ISLA

Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Amor en la isla, Diana está a punto de cometer una locura. ¿Una locura?
¡Veamos de qué se trata!

                                        La mano de Diana tembló cuando se llevó su vaso lleno de agua a los labios para beber un sorbo. Trató de controlarse, ya que sus padres podrían sospechar.
                                       Toda la familia estaba sentada a la mesa a la hora de cenar. Daban cuenta cada uno de un plato de caldo con pelotas. Una cena frugal, en opinión de Lorena.
-¿Va todo bien, hija?-le preguntó doña María a Diana.
                                   Diana se envaró al escuchar la pregunta que acababa de hacerle su madre. ¿Tan evidente era que Marcos quería encontrarse con ella? ¿Y si la criada de éste le había ido con el cuento a una de sus criadas y ésta, a su vez, se lo había contado a doña María?
                                  Se dijo así misma que eso era imposible. Su madre no podía saber nada.
-Es que no me puedo creer que esté pasando esto-respondió, a sabiendas de que estaba mintiendo-Me refiero a ese joven. A Marcos...A su intención de casarse conmigo. Podría estar jugando conmigo. Madre, usted no lo sabe.
-Parece un joven respetable-opinó doña María-He oído que nunca ha tenido una amante. Ni va a las tabernas. Ni a los cafés cantantes...Ni persigue a mujeres. Es muy serio.
-Podría tratarse de meras apariencias.
-Pero Marcos está enamorado de ti-afirmó Lorena.
-Te ha engatusado-replicó Diana-No se trata de amor.
                                   De estar allí la señorita Palomares, Diana habría podido hablar con ella. Le habría expuesto lo que ocurría. Pero su institutriz ya no estaba con ella y el corazón de Diana latía a gran velocidad.
                                   Había decidido que acudiría a la cita.
                                  A media noche, se puso encima de su vestido una capa de color negro. Tanto sus padres como Lorena estaban ya dormidos. Salió de su cuarto intentando caminar de puntillas. Pudo llegar a la cocina sin hacer el menor ruido.
                                  Todo esto es una locura, pensó Diana cuando salió. La brisa marina agitó su cabello, que estaba suelto. Sus piernas le temblaban con gran violencia. Nadie se había dado cuenta de que había salido. Empezó a caminar en dirección hacia la vieja Necrópolis.
                                Marcos estaba allí esperándola y sus ojos brillaron como estrellas cuando se posaron en ella. ¡Ha llegado!, pensó Marcos dichoso.
                                 Fue corriendo hacia Diana y la abrazó con fuerza. Cuando se separaron un poco, los labios de ambos se encontraron en un beso cargado de desesperación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario