Hoy, nos vamos a Cartagena durante la década de los ochenta para proseguir con nuestra serie de relatos dedicados a La Unión.
Marián, nuestra protagonista, es unionense y está trabajando en la redacción de un periódico.
Vamos a conocerla un poco.
CARTAGENA, 1982
Era su día libre. Y coincidió con la
ceremonia de inauguración del Mundial, que se celebraba en España en aquella
ocasión. Marián miró a su mejor amiga y compañera de piso, Lucía.
Durante el último año, cuando regresaba
del trabajo, ponía la tele.
En el telediario se hablaba del Mundial de
Fútbol. El Camp Nou, donde estaba teniendo lugar la ceremonia de inauguración,
estaba a rebosar de gente.
Había visto, incluso, una serie de dibujos animados protagonizada
por la mascota del Mundial. Naranjito.
En todas partes se hablaba del evento.
Cuando iba a trabajar a la redacción, veía corrillos. Incluso decían que España
iba a ganar aquel Mundial.
Sentados en el sofá estaban ella, Lucía y un ligue de Marián.
-Eres como un imán para atraer a los tíos raros-comentó Lucía-¿De dónde has sacado a éste?
-Nos conocimos en el Continente-contestó Marian.
-Os conoceríais donde se venden los tintes para el pelo. ¿De qué color lo tiene?
-¡Cállate! Es muy guapo.
Marián
sabía que no volvería a verle. Prefería las relaciones de una sola noche antes
que empezar una relación seria con un tío. Los hombres le habían demostrado
cuán pésimos podían ser como pareja. No quería ni pensar en cuán pésimos podían
ser como maridos. Estaba mucho mejor sola. Y sin compromiso, como Lucía.
-Estate
quieto-le pidió Marián cuando su ligue le mordió el cuello.
Parecía
que tenía afición a morder a la gente.
-Tiene
complejo de vampiro-opinó Lucía.
Pensó que
su amiga era como un imán para los tíos raros.
Si lo
pensaba bien, Marián nunca había tenido un novio normal.
Ni
siquiera en su adolescencia.
Todos los
hombres que atraía tenían un defecto.
En su
adolescencia, se relacionaba con hombres que estaban empeñados en tenerla en
casa con la pata quebrada, como se decía. Uno de sus novios le dijo una vez que
la mujer sólo servía para ser esposa y madre. Y Marián quería estudiar
Periodismo y trabajar en un periódico. Había logrado su objetivo. Pero seguía
encontrándose con tíos raros.
-A Dios
gracias, ya no me encuentro con reprimidos o con carceleros-afirmó.
Lucía
tuvo que darle la razón en aquel aspecto.
Al día
siguiente, la redacción estaba animada. Marián había llorado al ver al niño
sacando una paloma del balón de fútbol. Incluso su ligue había llorado.
-Sois dos
pánfilos-les recriminó Lucía.
Pero ella
también se estaba secando los ojos.
Marián era natural de La
Unión, una ciudad minera situada en el sureste de la Región de Murcia. Hacía
casi nueve años que vivía en Cartagena. Llegó
De vez en cuando, regresaba a su ciudad natal.Pero ya no era lo mismo.
-Y están empezando a cerrar las minas otra vez-pensó Marián con tristeza-¿Qué será de La Unión cuando se cierren las minas del todo? No quiero ni pensarlo. ¡Será la ruina! Otra vez...
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