martes, 10 de marzo de 2015

HISTORIAS DE LA UNIÓN

Hola a todos.
Hoy, nos vamos a Cartagena durante la década de los ochenta para proseguir con nuestra serie de relatos dedicados a La Unión.
Marián, nuestra protagonista, es unionense y está trabajando en la redacción de un periódico.
Vamos a conocerla un poco.

CARTAGENA, 1982

                           Era su día libre. Y coincidió con la ceremonia de inauguración del Mundial, que se celebraba en España en aquella ocasión. Marián miró a su mejor amiga y compañera de piso, Lucía.
                            Marián sonrió. Se centró en la imagen que estaba viendo.
Durante el último año, cuando regresaba del trabajo, ponía la tele.
En el telediario se hablaba del Mundial de Fútbol. El Camp Nou, donde estaba teniendo lugar la ceremonia de inauguración, estaba a rebosar de gente.
Había visto, incluso, una serie de dibujos animados protagonizada por la mascota del Mundial. Naranjito.
En todas partes se hablaba del evento. Cuando iba a trabajar a la redacción, veía corrillos. Incluso decían que España iba a ganar aquel Mundial.
     Sentados en el sofá estaban ella, Lucía y un ligue de Marián.
-Eres como un imán para atraer a los tíos raros-comentó Lucía-¿De dónde has sacado a éste?
-Nos conocimos en el Continente-contestó Marian. 
-Os conoceríais donde se venden los tintes para el pelo. ¿De qué color lo tiene?
-¡Cállate! Es muy guapo. 
             Marián sabía que no volvería a verle. Prefería las relaciones de una sola noche antes que empezar una relación seria con un tío. Los hombres le habían demostrado cuán pésimos podían ser como pareja. No quería ni pensar en cuán pésimos podían ser como maridos. Estaba mucho mejor sola. Y sin compromiso, como Lucía.
-Estate quieto-le pidió Marián cuando su ligue le mordió el cuello.
Parecía que tenía afición a morder a la gente.
-Tiene complejo de vampiro-opinó Lucía.
                   Pensó que su amiga era como un imán para los tíos raros.
                  Si lo pensaba bien, Marián nunca había tenido un novio normal.
                 Ni siquiera en su adolescencia.
                   Todos los hombres que atraía tenían un defecto.
                 En su adolescencia, se relacionaba con hombres que estaban empeñados en tenerla en casa con la pata quebrada, como se decía. Uno de sus novios le dijo una vez que la mujer sólo servía para ser esposa y madre. Y Marián quería estudiar Periodismo y trabajar en un periódico. Había logrado su objetivo. Pero seguía encontrándose con tíos raros.
-A Dios gracias, ya no me encuentro con reprimidos o con carceleros-afirmó.
Lucía tuvo que darle la razón en aquel aspecto.

   
            Al día siguiente, la redacción estaba animada. Marián había llorado al ver al niño sacando una paloma del balón de fútbol. Incluso su ligue había llorado.
-Sois dos pánfilos-les recriminó Lucía.
                      Pero ella también se estaba secando los ojos.
                      Marián era natural de La Unión, una ciudad minera situada en el sureste de la Región de Murcia. Hacía casi nueve años que vivía en Cartagena. Llegó
                  De vez en cuando, regresaba a su ciudad natal.
                 Pero ya no era lo mismo.
-Y están empezando a cerrar las minas otra vez-pensó Marián con tristeza-¿Qué será de La Unión cuando se cierren las minas del todo? No quiero ni pensarlo. ¡Será la ruina! Otra vez...
                             

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