Hola a todos.
Hoy, volvemos a la década de 1960 de la mano de Sofía.
El intenso olor del cocido impregnaba la cocina del bar Balsalobre.
Las patatas ya habían sido peladas.
Se habían echado los esqueletos de pollo. Sofía elaboró las pelotas. Era la primera vez que hacía pelotas. Las añadió al caldo.
Paz estaba con ella en la cocina. Se dedicó a remover el caldo. Se llevó una cucharada de caldo a la boca, lo sopló un poco y le echó un poco de sal. Estaba soso.
Era ya por la tarde.
El televisor estaba encendido. No había nadie en el bar.
Pero no tardaría en empezar a llegar gente. No tardaría en sonar el pito de La Maquinista de Levante. Aquel sonido marcaba el ritmo cotidiano en la ciudad. Era el inicio y el fin de la jornada laboral. En el caso de Sofía, marcaba el inicio de su jornada laboral.
Poner habas a remojo. Poner a cocer unas habichuelas. Hacer arroz y conejo.
María quería aprender a hacer arroz y conejo. Quería ser una perfecta ama de casa.
Ésa era su vida.
Así lo veía Sofía.
Una tarde, Paz y Sofía pasaron toda la tarde haciendo bizcochos. Por la noche, iba a tener lugar una fiesta que organizaba una Asociación de Caridad.
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