Hola a todos.
Me queda muy poco para acabar con los recuerdos de Sofía y pasar a hablar de otro personaje ficticio de una ciudad que tiene mucho de real, La Unión.
Seguimos en la década de 1960.
¡Veamos qué le ocurre a Sofía!
Otro día, Sofía se quemó varios dedos mientras preparaba unas chuletas a la plancha. Llegó a la conclusión aquel día de que la cocina no era lo suyo.
-Llamaré a tu madre-decidió su jefa.
-No es necesario-se negó Sofía.
-O eso o te vas a tu casa y te tomas toda la tarde libre. No puedes seguir trabajando como tienes los dedos.
Fue María la que se presentó enseguida en el bar Balsalobre.
-¡Vas a dejar este trabajo!-le dijo a su hermana menor.
Le estaba aplicando pomada en las quemaduras. Sofía contuvo un grito de dolor. Le dolían las quemaduras. María frunció el ceño.
-¡Duele!-masculló entre dientes Sofía.
-¡Deja este trabajo!-insistió María.
-¡No puedo dejar este trabajo! Me pagan bien. Es cansino. Pero gano dinero. El sueldo...Las propinas...Eso es dinero. Y lo gano yo.
María había tardado un poco en venir. La pomada para las quemaduras se había terminado.
Tuvo que pasar por la farmacia de don Felipe Bueno.
Compró la pomada. Ni siquiera llevaba dinero suficiente para pagarla. No importaba. Iría a pagarla al día siguiente porque no le gustaba tener deudas.
-Pero no está bien visto que una mujer trabaje-opinó María-Es el marido el que tiene que traer el sueldo a casa. Tú no lo entiendes porque todavía no te has casado.
-¡Tú tampoco te has casado!-le recordó Sofía, sintiéndose ya molesta.
-Pero me casaré. Y tú harás lo mismo.
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