Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi relato Un amor soñado.
Esta vez, está centrado en el personaje de Ángel.
¡Vamos a ver lo que pasa!
Era la hora de la cena en la casa de Ángel. Vivía con sus padres y con su hermana menor, Julia, que tenía catorce años.
Dieron cuenta para cenar de un plato de arroz con conejo. Ángel no tenía hambre.
Tenía la mente puesta en Cristina. ¿Dónde estaba? Había intentado saber de ella a través de una de sus criadas. Pero lo único que sabía era que se había marchado a Calarreona en compañía de su prima Rafaela. ¿Por qué? ¿Por qué se había ido sin decirle nada?
No lo entendía. Y el no saber nada de Cristina le estaba matando por dentro. Su amada Cristina...¿Cuándo volvería a verla? A estar con ella.
-¡Está riquísimo el conejo!-exclamó Julia-¡Es delicioso! ¡Oh! ¡Por eso, es mi plato favorito! Arroz con carne de conejo...
Lo dijo nada más probarlo.
La madre de Ángel y Julia se llamaba María del Socorro. Tenía cuarenta y pocos años. Todavía era joven y guapa. Su marido, el padre de Ángel y Julia, se llamaba Germán. Tenía la misma edad que su mujer.
-¡Ángel!-le llamó la atención Germán a su hijo-¡Espabila! No sé qué tienes en la cabeza. En el fondo, lo sé. Pero me lo callo. Te pasas media vida mirando las musarañas. O lo que es peor. Pensando en esa muchacha. La señorita Rodríguez...
-No entiendo el porqué piensas lo peor de ella-replicó Ángel-Y te equivocas. Su tío era un verdadero derrochador. Pero también ayudó el hecho de que le arruinó su contable. Y malos amigos...Su hermana y su cuñado han cumplido con su deber. Se han ocupado de su hija. Cristina adora a su prima Rafaela. Es un verdadero ángel. Tiene dieciocho años. Se desvive por su prima. No la mira con desprecio.
-¡No puedes casarte con la señorita Rodríguez!-intervino Julia-¡Es la sobrina de un derrochador! Tienes que casarte con Isidora. ¡Te está esperando!
-Esa joven sí que te conviene-apuntó María del Socorro-A mí me agrada.
-Madre, lo siento-se disculpó Ángel-Pero no puedo casarme con Isidora. Yo...
-¡Estás enamorado de la señorita Rodríguez!-le acusó Julia. No pensó en que la dote de Cristina era de las más elevadas que había en la comarca. Tan sólo pensaba en el derrochador don Ramón-¡Lo sabía! ¡Oh, Ángel! ¿Cómo puedes hacerle eso a Isidora? Ella te quiere.
-Pero yo no la quiero a ella-replicó Ángel.
-Tu hermano no se va a casar con la señorita Rodríguez-afirmó Germán-Lo siento. Y no sé si se casará con Isidora. Yo deseo que se case con ella. Su tío es un auténtico héroe. Ayudó a defender Cartagena durante el asedio de los franceses. Ha conocido en persona al Rey Fernando. Pero sé que tu madre tiene razón. Dime una cosa. ¿Qué está haciendo la señorita Rodríguez? Proteger a su prima.
-Padre, Cristina sólo se preocupa por la gente que más quiere-le contradijo Ángel-Y quiere muchísimo a su prima-La respeto por ello. La admiro. Y...La quiero.
-Pero ella se ha ido-insistió María del Socorro-Eso significa que sabe que nunca podrá ser feliz a tu lado. Hijo...Piensa que tú tampoco podrías ser feliz a su lado.
Ángel suspiró. Lo hizo con pesar. Sabía que su familia tenía razón. Él...Cristina...Jamás estarían juntos.
Se había ido de su lado.
Además, a lo mejor, ella no le había querido de verdad. ¿Por qué, si no, se había ido?
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