Hola a todos.
Hoy, vamos a seguir viendo más reflexiones que hace Sofía sobre su pasado y su presente.
Sofía se obligaba así misma a volver al presente. Ya no estaba sirviendo mesas en el bar Balsalobre. Ya no era la novia de Pablo. Ya no tenía que atender a los obreros de La Maquinista de Levante. Querían cerrar las minas. Se había cerrado La Brunita.
No quería leer la prensa. Lo próximo en cerrar sería Peñarroya.
Los obreros habían salido a la calle para exigir continuar con su trabajo. Sin embargo, los ecologistas señalaban algo imposible de no ver.
Los estériles que habían sido arrojados a la bahía de Portmán la habían destrozado. Sofía no quería poner la tele. Ni siquiera quería poner la radio. El mundo en el que había crecido estaba cambiando. A peor...¿Qué será de La Unión cuando se paren todas las minas?, se preguntó así misma con inquietud. ¿Qué haremos? ¿De qué viviremos? ¿Qué serán de los mineros que pierden sus trabajos? ¿Qué pasará con sus familias?
El presente era un asco.
Su vida era un asco. Vivía sola.
No tenía compañía alguna de ningún tipo.
Ni una pareja...Un amigo...Una planta...Un animal...
Estaba sola.
Sofía prefería refugiarse en el pasado. Cuando el pito de La Maquinista de Levante regía su vida.
De aquella forma, mitigaba su soledad. Porque la soledad, en ocasiones, podía ser como una losa muy pesada.
Ya no vivía en La Unión.
Ahora, vivía en Cartagena.
Esbozó una sonrisa triste.
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